¿Fijás expectativas claras con tus colaboradores?

¿Buscas entender las expectativas que traen ellos?

¿Intentás generar un acuerdo negociado, en base a las expectativas expuestas por cada parte?

Subestimamos las expectativas al conversar y esto trae serias consecuencias en las relaciones y en los resultados que queremos lograr. Cuando quiero coordinar con otros, hacer planes de futuro, mejorar situaciones o llegar a acuerdos donde no los hay, gestionar las expectativas es crucial. Me refiero en cualquier relación que busque construir algo: no son solo del jefe a su colaborador, ni de un compañero de equipo al otro, ni de un padre al hijo, etc. Ambas partes (o más partes en equipos) deben expresar sus deseos con respecto al otro. Pero no basta con expresar, debemos formular un acuerdo donde ambos nos encontremos satisfechos y asumamos un compromiso.

Tomar conciencia de esto es fundamental, porque las personas siempre ensoñamos al otro; es decir, caemos en la falacia de que las expectativas, por simplemente tenerlas, ya se conocen y se deben cumplir, sin tener plena conciencia de que no fueron expresadas explícitamente o, al menos, de forma clara. Por otro lado, no dejamos espacio para que la otra persona nos dé su opinión y para que a su vez exprese las suyas (porque seguro las tiene).

Quizás, en algún caso, expresamos cada uno nuestras expectativas. pero lo expresado no se convirtió en un acuerdo negociado, lo cual no genera un compromiso mutuo. Cuando esto no se desarrolla en una conversación explícita y clara, es probable que el resultado sea, para una o ambas partes, no cumplir con las expectativas o llegar a las mismas con altos costos personales y disgusto; ese es un terreno propicio para que surja la decepción, a veces combinada con la crítica o culpa en una o ambas partes. Porque al conversar, los detalles importan.

Si querés profundizar en este arte de comunicarnos eficazmente, te invitamos a participar del taller online Las 5 Conversaciones Clave del Líder. Próximo inicio: 17 de mayo.

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