«Trabajamos con las personas para desarrollar una inteligencia similar a la del agua de los ríos, que fluye por su cauce y, en lugar de pelear con las piedras, busca alternativas de avance por nuevos y mejores lugares.»
Margarita Charlone, Directora
Hoy se espera que los ejecutivos estén a la altura de las exigencias que se les plantean, sepan manejar su estrés, su inteligencia emocional y las competencias de liderazgo, que son un reto contínuo.
El camino tradicional para darles apoyo a los ejecutivos en este sentido ha sido hasta ahora recurrir desde RRHH a capacitaciones y consultorías. Sin desconocer su aporte, difícilmente en estas intervenciones se aborde la circunstancia puntual a mejorar desde los niveles más profundos de la persona.
El coaching sí: emerge como un instrumento nuevo de intervención transformacional que se pone al servicio de las organizaciones con el objetivo de abordar situaciones específicas más a fondo. Complementa las herramientas tradicionales de intervención anteriores y da un paso más, en la medida que el coaching teje un puente entre el ideal a alcanzar y la situación particular del ejecutivo, donde sus limitaciones personales funcionan como barreras, más allá de lo claro que tenga su rol y el deber ser en la teoría.
Un proceso de Coaching Ejecutivo consiste en 6 – 10 sesiones de 1 hora de duración, con una cadencia a definir. Básicamente, son encuentros virtuales o presenciales donde se parte de clarificar la necesidad de mejora del cliente y se identifica un camino para alcanzarlo. Para que sea sostenible y efectivo, esto implica un descubrir profundo de aquello que le impide a la persona avanzar; es decir, una revisión de sus interpretaciones, creencias y emocionalidad, que están detrás de sus acciones diarias. Se busca que desde un nivel de consciencia mayor, aparezcan para el cliente nuevas posibilidades de acción, que le traigan resultados nuevos, alineados a lo que busca.
El coach es un profesional externo que acompaña al ejecutivo (coachee) a explorar en profundidad el tema que quiere trabajar, ayundándolo a observar desde distintos ángulos la situación que está atravesando. Lo acompaña a ampliar su mirada para ampliar con ella su capacidad de acción y posición de liderazgo. Durante el proceso, se traza un plan de trabajo en conjunto con el coachee y las metas a alcanzar.
Algunos ejemplos de posibles temas a tratar, que hemos trabajado en nuestra experiencia con ejecutivos, tiene que ver con dificultades vinculadas a delegar, al manejo de conflictos, la construcción de confianza y mejoras de desempeño del equipo a cargo o de una persona del equipo puntual. Igualmente los temas pueden ser muy variados.
El punto de partida para que todo esto suceda es una voluntad genuina de parte de la persona de iniciar el proceso, ya que ningún cambio puede darse si no hay una verdadera apertura y ganas de embarcarse en él.
Agendá una sesión sin costo.
Permite al ejecutivo tomar una mayor perspectiva de la situación en la que se encuentra “empantanado”, aumentando su capacidad de acción.
Ordena, direcciona y custodia su crecimiento y desarrollo en el tema que trae para trabajar.
Aumenta su nivel de autoconocimiento y apertura al aprendizaje.
Ayuda a revelar al ejecutivo que es posible resolver situaciones que a priori parecen imposibles.
Fortalece la autorresponsabilidad, acompañando al ejecutivo a hacerse cargo de las situaciones que trae y alejándolo de posiciones de victimismo que atrapan en la inercia.
Permite entrar en un espacio de reflexión confidencial y constructivo, que disminuye la sensación de soledad que suele aparecer en ciertos roles de responsabilidad.
Aporta una mirada integral: estos procesos combinan la metodología del coaching ontológico con mentoría en liderazgo y gestión.
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