Compromiso: tesoro escondido del líder

Compromiso: tesoro escondido del líder

Todos los líderes buscan compromiso. Es como la búsqueda del tesoro: hay pistas para encontrarlo, pero no todos lo logran…

Si recorremos distintos equipos dentro de una misma organización, lo vemos enseguida:

En algunos, el compromiso se nota en pequeñas actitudes; en otros, reina la apatía. Solemos pensar en esos casos: no tienen el perfil adecuado, los objetivos son demasiado altos, las circunstancias no ayudan.

¿Y si fuera algo más simple? Más básico. Más humano.

El compromiso y la motivación no son lo mismo, pero van de la mano. Nos sentimos más motivados —y más comprometidos— cuando percibimos que le importamos al otro. Y, así, no queremos fallarle.

Recuerdo al dueño de una empresa, muy querido por todos. No porque fuera perfecto ni porque evitara la exigencia; al contrario, estaba muy enfocado en los resultados. Lo que hacía la diferencia era otra cosa.

Yo, como coach, observaba que rara vez criticaba: veía los errores, sí, pero confiaba en que podían mejorarse. Tenía una mirada positiva de futuro.

Pero, más allá de esto, hablando con las personas de la organización todas me repetían lo mismo: “José nos conoce a todos. Llega y nos saluda. Siempre pregunta cómo estás con  ese tema que le contaste…”

Lo que les impactaba era tan simple, como mágico.

La ciencia lo confirma

Cuando alguien recuerda detalles de nuestra vida y nos demuestra que le importamos, liberamos oxitocina: la hormona de la confianza.

El problema es que la mayoría vivimos tan ocupados y apurados que olvidamos el “quién”, concentrados solo en el “qué” y el “cómo”.

Pero está claro: el compromiso crece cuando hay conexión genuina, cuando la persona se siente valorada, importante y segura.

Dos pasos simples para empezar mañana

  1. Mejores conversaciones. No preguntes solo, “¿Cómo estás?”. Probá ir más allá: “¿Qué te tiene ocupado esta semana?” “¿Cómo venís con el tema de tu hija?” Me acorde de ti el otro día viendo el partido, ¡que bueno estuvo! Y escuchá lo que te digan: si han avanzado en ese tema familiar, si están planeando algo con sus hijos, si están trabajando en una presentación difícil, si están estancados con algún proyecto… etc.  Si la memoria no ayuda, anotalo.
  2. Volvé sobre el tema. La próxima vez que veas a la persona, vuelve sobre eso que te haya contado: “¿Cómo fue el partido, Juan?” “¿Cómo salió la presentación en la que estabas trabajando?”.

Esos pequeños gestos, que parecen mínimos, son en realidad enormes. Pueden sostener el compromiso, la productividad y la lealtad de tu equipo.

Porque, al final del día, la gente no necesita fiestas, reuniones para destacar personas con premios vacíos de significado o programas complejos de motivación. Necesitan saber que te importan.

Por: Margarita Charlone | Directora, Coaching del Talento

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