«Cuando un equipo está en sinergia, la música que emerge es armónica. Distinguir la no armonía es parte de la inteligencia del equipo».
Margarita Charlone, Directora
Fuimos educados para crear resultados individuales. Hoy, sin embargo, nos damos cuenta de que el desafío es generar resultados colectivos. Y estos resultados son más que la suma de talentos individuales: implican un cambio en nuestro modelo de gestión.
Basándonos en el modelo ORSC (Organization & Relationship Systems Coaching Training), generamos procesos de coaching a medida, trabajando en lo que está necesitando cada equipo para poder avanzar a un nuevo nivel de resultados. El Modelo ORSC, acreditado por la International Coach Federation (ICF), sostiene que es en la relación de los miembros del equipo donde se producen sus resultados. De ahí la importancia de atenderla.
Nuestro trabajo como coaches consiste en desarrollar un proceso para la mejora de la performance de un equipo, desde el sistema que este conforma. El proceso, por lo tanto, va dirigido al sistema en sí y la relación que componen los miembros en su conjunto, y no a los individuos en forma aislada.
Cuando el equipo adquiere consciencia de sí mismo y de su funcionamiento, el propio equipo se adapta y autoregula de forma natural. Esto es lo que se busca instalar al finalizar un proceso de coaching de equipos.
Luego de un proceso de Coaching de Equipos, el equipo nunca vuelve a ser el mismo. Basta con que uno de los integrantes haya hecho un cambio interno, como para que se reordene el sistema.
El Coaching de Equipos emerge como un instrumento nuevo de intervención transformacional, que se pone al servicio de las organizaciones con el objetivo de abordar, a un nivel más profundo, situaciones específicas dentro de un equipo que son conflictivas o que están impidiendo un resultado concreto.
Facilita un espacio poderoso y sano de conversación, que permite generar nuevas perspectivas frente a dicho conflicto o tema, alejándose del pensamiento habitual que tranca al equipo. Es una herramienta que busca empoderar al equipo en sí mismos y a quien participa de estos procesos.
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Permite obtener una foto instantánea del equipo (sistema) y diagnosticar la calidad de la relación e interacción entre los miembros. Esto se convierte en información útil para el líder.
Aumenta la positividad dentro de las relaciones del equipo, lo que genera mayor proactividad y mejora las coordinaciones.
Logra alineación entre las personas que forman parte del sistema. Se reconocen en sus diferencias y complementariedad, y pueden sostener acuerdos duraderos.
El equipo aprende a cómo resolver los conflictos de forma constructiva.
Re-energiza la relación entre los miembros del equipo, que se vuelve más consciente del sistema que conforman en conjunto; también de los estilos tóxicos de comunicación.
Co-responsabiliza a los integrantes por los resultados del trabajo en conjunto; y en co-crear el ambiente que se necesita para que cada persona aporte su máximo potencial.
Facilita la gestión del cambio y desvela resistencias.
Desarrolla un poderoso sentido de espíritu de equipo, que mejora la cultura organizacional y la productividad.
Sostiene al sistema con una visión global; revela al propio equipo qué es lo que está sucediendo como consecuencia de las actitudes de sus miembros, permitiendo la autocorrección.
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