En mi recorrido como coach ontológico, hay ideas que han dejado una huella indeleble en mí; y la abundancia es una de las más significativas. Poseer una mentalidad de abundancia es, en mi opinión, es una de las fortalezas más grandes que una persona puede tener, junto a la proactividad. En el liderazgo, esta cualidad es indiscutible, ya que incide en cómo el líder percibe los recursos, las oportunidades y su propio potencial.
Lo crucial es que estas mentalidades influyen significativamente en la toma de decisiones, el comportamiento y la satisfacción personal. En lo que construyen y posibilitan. Aquí te presento las diferencias clave entre ambas:
La mentalidad de abundancia: más que una idea, un sentir profundo
La mentalidad de abundancia nos dice que hay suficiente para todos y que juntos podemos lograr más. No se trata solo de una idea razonada, sino que de un sentimiento que surge de lo más profundo; que se encarna y que tiene que ver con una forma de pararnos en la realidad. Esta mentalidad nos conecta con un mundo de posibilidades, incluso más de las que somos conscientes. Desde esta mentalidad, cada nuevo día, cada relación, cada proyecto y cada persona que conocemos: sentimos y sabemos que nos abre a oportunidades.
Ver posibilidades en todo y en todos
Un líder con mentalidad de abundancia ve posibilidades en su equipo, sin importar las limitaciones individuales; y en sí mismo. Cree firmemente en el desarrollo personal y colectivo. Sabe que siempre se puede mejorar. Esta visión optimista y abierta habilita un entorno donde todos pueden florecer. Incluso cuando alguien presenta una idea que no está completamente desarrollada, o quizás no considera aspectos básicos, el líder reconoce el valor del acto y su presencia: sabe que traer una idea es valioso de por sí y que puede ser el punto de partida para algo grande.
La búsqueda constante y la curiosidad
Una mente y corazón abundante nos impulsan a buscar constantemente. La abundancia nos convierte en buscadores. Un líder con esta mentalidad es curioso por naturaleza. En cada conversación, en cada persona, en cada libro o película, hay algo valioso que descubrir. Esta curiosidad nos lleva a buscar que las personas den lo mejor de sí, a entenderlas profundamente y a abrirnos a diferentes personalidades, validando y reconociendo la riqueza en cada una de ellas.
Innovación y resiliencia
La mentalidad de abundancia nos impulsa a buscar mejores procesos y a innovar. Sabemos que siempre hay margen para mejorar. Esta mentalidad también nos ayuda a sortear dificultades. Aunque el fracaso duele, lo vemos como una oportunidad para aprender y seguir adelante. Generamos una cultura de resiliencia en nuestros equipos, donde cada error y descoordinación se convierte en una oportunidad para crecer y mejorar.
Aportar valor a los demás
Una mentalidad de abundancia nos conecta con el deseo de aportar valor a los demás. Nos hacemos el tiempo para lo importante: las personas. Estamos presentes cuando nos necesitan, construimos relaciones basadas en el ganar-ganar y en la cooperación. Damos sin esperar recibir, porque sabemos que la verdadera riqueza está en la contribución y el apoyo mutuo. Entendemos que lo que damos, vuelve.
La abundancia frente a la escasez
La mentalidad de escasez se basa en la idea de cuanto más hay para mí, mejor. Nos conecta con la rivalidad; porque como hay poco, si otro gana, significa que yo perdí.
También se concentra en lo que falta y no aprecia lo que se tiene, disponiéndonos a la envidia, los celos, el control, en otros. Es común ver a gerentes quejarse, por ejemplo, por lo que les dieron a otros departamentos y no al suyo. En el plano de los colaboradores, esto se traslada. Se vive en la queja, porque al no apreciarse los avances, o los esfuerzos, se mata la motivación.
Desde la escasez encarnamos una mentalidad de corto plazo, de recompensa inmediata, por lo que se pierde el foco de construir relaciones de largo plazo; esto lleva a tomar decisiones impulsivas y a una falta de planificación. Se dificulta construir planes de carreras con los colaboradores.
Desde esta mentalidad el líder se aleja de la innovación porque el miedo a no perder es más fuerte que el riesgo. Mata rápidamente cualquier idea que le traiga el equipo que signifique un riesgo o que no asegure garancias en lo inmediato.
La cultura que genera un líder con mentalidad de escasez es de rivalidad, de queja, de pobreza.
En conclusión…
Liderar desde la abundancia transforma no solo a los líderes, sino también a sus equipos y organizaciones. Es un camino hacia el éxito compartido, donde todos tienen la oportunidad de crecer y prosperar. Encarnar esta mentalidad nos permite crear entornos más positivos, resilientes e innovadores, donde el verdadero valor reside en el aporte mutuo y la colaboración constante.
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