Érase una vez…
Así empiezan los cuentos y, cuando aparecen estas palabras, quedamos hipnotizados porque queremos saber más. Existen desde tiempos inmemoriales: los pueblos antiguos, de diferentes culturas, a través de los cuentos transmitían valores, generaban cooperación e identidad.
Las historias están en la naturaleza humana. Todos nos contamos historias: tenemos un relato para quienes somos, para lo que hacemos, para nuestro país, nuestra familia y para nuestro equipo.
Toda historia tiene algo de realidad y, a la vez, de interpretación. Las historias no son inocentes; nos inclinan a cierta emocionalidad, lo que influye en las acciones que tenemos disponibles. Toda historia, a su vez, trae un mensaje. Aquellas que se repiten una y otra vez por diferentes personas influyen mucho en la cultura del grupo que las cuenta. Se convierten en «verdades» y, según sean estas verdades, las emociones que generan.
Las historias en los equipos y los mensajes que encierran
Recuerdo a una persona que me contó una historia sobre la organización en la que trabajaba. De esa historia se desprendía un mensaje claro y era que, en ese lugar, no importaba tanto un hacer con valor, importaba más bien que te vieran haciendo, que te vieran moviendo. Eso era lo que se valoraba.
En otro equipo se contaba «la historia de la paloma», que varios integrantes me la relataron en diferentes oportunidades. Una paloma se había estrellado contra un vidrio y se había caído en un balcón inaccesible. Un gerente le ordenó a alguien del Departamento Técnico que la sacara. Este hecho se convirtió en el equipo una historia cuyo mensaje materializaba la poca valoración que sentían de su departamento, al mandarles a hacer algo que no tenía que ver con tarea o expertise.
En otro equipo se contaba la historia de una emergencia que sobrellevaron juntos, producto de una catástrofe en la que el equipo se unió como nunca para salir adelante. El mensaje en este caso valorizaba al equipo.
En tu equipo también se cuentan muchas historias sobre lo que pasó, lo que está sucediendo e incluso lo que va a suceder. Estas historias revelan mucho sobre cómo es el equipo, más que sobre los hechos relatados en sí mismos. ¿Las has escuchado? ¿Les prestas atención como tal?
Las historias y el liderazgo
Un líder lidera contando historias, pero no de cualquier tipo. El líder guía e inspira, y para ello sus historias deben reflejar la fuerza del equipo, la cooperación, los valores, las dificultades superadas y los logros conseguidos. Una buena historia emociona. Desde el «modo jefe» no se cuentan historias, se habla de resultados y planes. Sin embargo, cuando un jefe construye una historia venturosa, lo está haciendo desde su liderazgo.
Recuerdo que, en una empresa donde trabajé al principio de mi carrera, el dueño nos contaba cómo habían empezado: los pocos que eran, los escasos recursos que tenían, la cooperación y el avance logrado a pesar de las adversidades. Era una historia que se volvía a repetir y todos la volvíamos a escuchar con emoción, pues el mensaje generaba optimismo, ganas de pertenecer y nos mostraba que crecer era posible. Una buena historia nos conecta también con nuestros contextos personales.
No creo que se pueda liderar verdaderamente sin historias que revelen los valores que perseguimos; sin historias que nos muestren que avanzar es posible y que nos hagan sentir valiosos.
El liderazgo es influir; y las historias basadas en hechos reales que muestren lo que el equipo es capaz de construir, desarrollan identidad de equipo y orgullo de pertenencia.
Cómo construir una historia que inspire al equipo:
1.Debe estar conectada con la realidad del equipo, presente o pasada, y debe impulsar a un futuro deseado.
2. Debe ser corta y concreta.
3. Sincera: que realmente defina lo que piensas.
4. Debe tener un problema, una resolución, y valores.
5. Se debe extraer un mensaje de manera simple.
6. Debe contener emociones explícitas y sentidas.
7. Debe lograr la participación de quienes la escuchan.
Cuándo contar esa historia:
– Cuando el equipo o una persona se enfrenta a un reto.
– Cuando hubo un tropiezo en el camino y hay que seguir adelante.
– Cuando se necesita motivar.
– Cuando se quieren desarrollar valores.
– Para contrarrestar historias limitantes del equipo.
– Siempre que las circunstancias te muestren que la historia es necesaria.
¿Qué historias te cuentas sobre tu equipo o la organización en la que trabajas?
¿Qué historia le cuentas a tu equipo?
Por Margarita Charlone, Directora de Coaching del Talento.
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