Equipo reactivo VS proactivo

Una imagen de dos pies enfrentados a dos caminos: uno que dice "reactividad" y otro "proacticvidad".

La proactividad es una gran cualidad en un equipo: entre otras cosas, muestra disposición para destrabar obstáculos y plantearse nuevos desafíos. Para la persona proactiva siempre es posible hacer algo más en pos de su objetivo.

Todos tenemos ambas actitudes. Somos proactivos algunas veces y reactivos en otras. Cuánto aparece una u otra, difiere, lógicamente, de cada quién. Pero seguro podemos identificar con claridad, en nosotros mismos y en otros, quienes tienen una tendencia natural hacia la reactividad y quienes tienen, en cambio, una tendencia natural a ser proactivos. Lo mismo en nuestro equipo.

El desperdicio de ser reactivo

“Yo no me encargo de eso…”

“Nadie me lo pidió, entonces no lo hice”

“El responsable es Carlos, debería haberlo chequeado él”

“No sabía que tenía que seguir este tema. Hubieras sido más clara.”

Cualquiera sea la situación, un equipo reactivo genera un desenlace diferente a uno proactivo.

El modo reactivo trae especialmente peleas, acusaciones y nos pone a la defensiva. Daña las relaciones, genera mal ambiente y, además, genera desperdicio de tiempo y energía que es clave para la búsqueda de soluciones.

La actitud proactiva, en cambio, canaliza la energía hacia la solución: el equipo se alinea y colabora en buscar alternativas, en vez de culpables. Surge un espíritu colaborativo que une, en lugar del enojo que separa. Y una vez sorteado el desafío, se aprende del mismo: se capitaliza. La mirada se vuelca hacia el futuro: ¿qué ajuste debemos hacer hoy para evitar que esta situación se repita mañana?

¿Se nota la diferencia? Para cultivar y desarrollar un espíritu proactivo en el equipo, el líder es clave.

Pensá en actividades clave dentro de tu equipo: ya sea en planes a ejecutar, en el servicio al cliente, en producción, en coordinaciones diarias, en los procesos en general… Tu equipo, ¿colabora entre sí? ¿Hay sinergia? ¿Hay una actitud resolutiva? ¿O llegan a ti todos los problemas, las peleas y los desánimos?

¿Cómo hago para que mi equipo sea más proactivo de lo que es?

Te compartimos una guía para desarrollar la proactividad dentro de tu equipo:

1. Poné el tema sobre la mesa

Objetivo: que el equipo tenga más conciencia del concepto y del valor común que traería incorporarlo.

¿Cómo? Reuní a tu equipo y preguntales qué entienden por proactividad. Te sorprenderá ver cómo las personas sobrevolamos muchas veces los conceptos, pero nos cuesta bajarlos a lo concreto. También es posible que notes cómo pueden aparecer distintos ángulos del mismo concepto, todo ellos válidos.

2. Educá

Completá lo que haya surgido en esa construcción con el equipo, con alguna idea que entiendas importante remarcar.

Objetivo: ampliar la mirada; profundizar más allá de lo que haya podido surgir espontáneamente. Reforzar el concepto y alinear al equipo en torno a un mismo entendimiento.

¿Cómo? Puedes redondear el concepto presentando los dos pasos que suelen darse en una actitud proactiva, frente a una situación determinada:

A) El primero: identificar que siempre hay un margen de acción frente a cualquier situación, ya sea para salir de ella o mejorarla. Entrenar nuestra mirada para ver lo que sí se puede hacer, es clave.

B) El segundo: actuar, llevar la idea a la acción.

Podés invitarlos a que pongan ejemplos del día a día y que planteen beneficios de ser proactivo para el equipo (resultados materiales y emocionales).

3. Bajá a acciones y acuerdos

– Invitalos a debatir si les parece bueno mejorar el nivel de proactividad del equipo.

– Recogé qué sería para este equipo actuar más proactivamente.

– Dejá que en grupo discutan qué se vería más frecuentemente en el equipo, si fuera más proactivo.

Recogé las ideas que surjan y júntalas por similitud de conceptos.

Dejalo en un lugar visible para todos porque con este ejercicio han construido un acuerdo en el equipo.

4. Observá tu día a día como líder

Buscá neutralizar tus propios pensamientos reactivos cada vez que te aparezcan.

Por ejemplo, si alguien hizo algo mal, no acuses, conversa con esa persona para entender por qué pasó y cómo lo evitará la próxima vez.

Focalizá siempre en resolver y capitalizar experiencias frente al error.

Sí, sé que cuesta, pero tenés que predicar con el ejemplo y en el camino te irás convirtiendo en un mejor líder.

5. Observá el día a día de tu equipo

Aprovechá situaciones cotidianas que sean ejemplos de proactividad para destacarlos; pequeños actos que vayan apareciendo dentro y fuera del equipo.

Cuando no aparezca la proactividad, repasá con el equipo el concepto, y sobre todo el acuerdo que hicieron, sin buscar culpables. Buscá reflexionar sobre lo que ocurrió para capitalizarlo. Lo que pasó, ¿refleja una actitud proactiva? ¿Cómo se podría haber resuelto proactivamente? ¿Cómo vamos a evitarlo a futuro?

Si querés que te acompañemos a desarrollar la proactividad dentro de tu equipo, contactanos: contacto@coachingdeltalento.com

Comparte el Post