Mucho se habla de la realidad rápida y cambiante en la que vivimos, para la cual debemos entrenarnos en esto de dar respuestas ágiles y renovadas. Sin embargo, como líderes, en un
sentido profundo, seguimos operando con paradigmas de hace cientos de años. Uno de ellos es la mirada del líder como una figura que tiene todas las respuestas, toda la información y, además, su conclusión es la única posible o la mejor. En un mundo complejo y cambiante, la información está descentralizada en cada uno de tus colaboradores, además de ti, y aún así sigue siendo parcializada. Si quieres aumentar tu impacto como líder, despójate de tu mirada única para pasar a tener una mirada ampliada. Es más estratégico.
Como postula el Coaching, vivimos en mundos interpretativos. Cada ser humano interpreta la realidad a su manera, convirtiéndola en su realidad. Si en tu equipo hay diez colaboradores, cada uno tendrá su verdad de lo que está viviendo el equipo, de ese plan que está en marcha y de los recursos que se necesitan. A simple vista pueden ser algunas parecidas, pero en realidad no lo son. Hay información diferente, aunque sea en parte, supuestos distintos y, por supuesto, diferentes interpretaciones. Este concepto es simple y lo experimentamos en todo momento cuando nos ponemos a conversar con alguien de cualquier tema; sin embargo, es muy difícil tomar conciencia de lo que nos limita. Simplemente cuando hay diferentes puntos de vista, la tendencia generalizada es pensar que nuestro punto de vista es el que vale, los demás o están equivocados o son ignorantes…
Es clave que en el mundo de hoy no lideremos desde el mundo interpretativo individual, sino que lideremos desde el mundo interpretativo colectivo,“nuestro”, del equipo; quien le da lugar a ese mundo interpretativo colectivo y lo construye es el líder. Sin embargo, la lógica que aún se ve es:«El/La que sabe soy yo. ¿Pará que voy a escuchar? Yo ya sé lo que sirve, lo que es mejor, lo que es bueno. Yo la tengo clara”.
El resultado de un liderazgo trabajado a consciencia desde una visión colectiva no solo impacta positivamente en los resultados alcanzados, por permitir abordar de forma más rica una realidad tan compleja, sino que impacta en la forma: en la consciencia de grupo, en la energía, en la sinergia, en la satisfacción. A su vez, el liderazgo desde este lugar fluye mucho más. El modo el que sabe soy yo resulta frustrante o decepcionante para los colaboradores, sobre todos para los más comprometidos y los que más tienen para aportar.
Una distinción: esto no significa perder capacidad resolutiva ni de decisión, fundamental en un líder, ni tener poner todo en debate. Es liderar desde la base de que hay una realidad más amplia, rica, variada, compleja, más allá nuestra única mirada. Abrirnos a entender la realidad en su complejidad y no quedarnos con nuestra versión limitada y simplificada de la misma. Partir de esta consciencia ya impacta en nuestra forma de liderazgo.
¿Cómo salir de esta auto trampa?
Abriéndonos a otras voces e integrándolas. Y esto parte de ejercitar una capacidad tan simple como difícil: la escucha.
Escuchar es diferente del oír. El oír es bilógico. El escuchar es la capacidad de meterte en el
mundo interpretativo del otro, de entender su razonamiento, sus emociones asociadas y sus
comportamientos, las comparta o no. Esto es estratégico para tu liderazgo, ya que está
impacta en tres aspectos:
a) Aumentas la comprensión del tema que se trate, ya que el otro le aporta a tu mirada su
punto de vista, que puede ser complementario en muchos aspectos y valioso para resolverlo.
b) Validas al otro, dándole real cabida en el asunto, respetando su persona y por lo tanto
construyendo confianza en la relación. Esto redunda en un colaborador aliado, trabajando
contigo, en vez de un colaborador frustrado que pone piedras en el camino.
c) Al escuchar, ganas el derecho a ser escuchado, al mostrar el punto de vista no considerado por el otro.
Es desde la escucha que se empieza a construir el mundo interpretativo del nosotros.
Tú, como líder, ¿caes en esta trampa?
Te invito a que te hagas las siguientes preguntas:
Analiza los proyectos que están trancados o aquel tema que hoy te frustra porque no avanza
como debería avanzar: ya sea porque sientes que el equipo pone trabas, escuchas quejas,
sientes que hay poca credibilidad en la idea, etc… ¿Construiste una mirada ampliada frente a ese asunto? ¿Realmente te interesas por escuchar las opiniones de otros frente al mismo?
¿Profundizaste en esas opiniones para entenderlas? ¿Notas a menudo entusiasmo genuino en el equipo… o no?
Pasos para no caer en la auto trampa
Revisa tus fundamentos sobre el tema e identifica sobre qué información los construiste y con qué supuestos.
Busca escuchar a tus colaboradores de manera profunda, y genuina, y no hacer que los
escuchas para convencer de que así es. Alienta a que te den sus ideas y busca entender sus
razones. Crea un espacio de confianza, respeto y apertura para hacerlo.
Mapea todos los puntos de vista y argumentos, y construye una idea mejorada que los
contenga.
Discute con el equipo esta idea y mejórala aun más con la energía y el interés creativo del
equipo en ese momento. Si ves que eso surge, es que estás construyendo sobre la mirada
ampliada.
En una siguiente entrega profundizaremos en esto de la escucha profunda. Y si necesitas apoyo en construir la mirada colectiva de tu equipo, quedamos a las órdenes para que nos contactes sin compromiso: contacto@coachingdeltalento.com