Creamos lo que creemos…

Me niego a renunciar a la utopía de que es posible un mundo cada vez mejor. Esta idea me alienta a seguir con entusiasmo mi camino. Evita que caiga en el resentimiento o la resignación y me abre a plantearme posibilidades.

Cómo transitamos la vida es lo que dejamos en ella; y yo quiero dejar un transitar que aporte. Para mí, esto lo puedo lograr únicamente desde el encuentro con otros, no desde la pelea o confrontación de egos.

Pienso que ese encuentro se da cuando nos elevamos del mundo material al mundo espiritual, donde radican los valores y principios. Desde este punto es más fácil alinearnos a otros y caminar juntos. Desde allí podemos liderar a otros e inspirar para que las personas encuentren más sentido a su vida.

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.” Eduardo Galeano.

Caminar con sentido de ir buscando un mundo mejor, ¿pueden imaginar algo más venturoso? Renunciar a esta utopía, para mí, sería como morir; dejar de tener esperanza, sentirme vencida, bajar los brazos.

¿Cuál es esa utopía que te inspira, irrenunciable para ti? ¿Cómo se refleja en tu vida laboral? Reflexionarlo puede parecer lejano o abstracto; pero tiene un impacto en lo concreto y en tu calidad de vida personal y profesional.

En mis intercambios con otros me han tildado de idealista, “el mundo real no es así”. Pero el mundo es interpretativo, cada uno de nosotros tiene una idea del mundo en el que vive (legítima y muy verdadera para cada quién). Desde esa línea, ¿cuál es el mundo que tú interpretas? ¿Desde ese mundo qué posibilidades surgen? ¿Qué ambientes y emociones en su mayoría encontrás? ¿Qué mundo estás eligiendo creer y crear?

Mi mundo es el de construir con otros, pensando que se puede. No siempre se consigue; a veces me decepciono, pero eso no me aleja de la idea de que hay mil posibilidades de hacerlo distinto, de seguir intentando.

Mis herramientas para alcanzarlo son: la introspección, para ir trabajando mis trabas personales; y las conversaciones de valor, que son transformadoras. Casi diría, mágicas.

El desenlace de una conversación dependerá de la predisposición con la que entramos en ella. Para liderar se necesita que al menos una de las partes entre con la predisposición genuina de construir. Tener conciencia de con qué predisposición entramos es crucial. Si tienes una predisposición de querer tener la razón, de aprovecharte del otro, de maquillar lo que realmente pensás, no entres. Evitá el fracaso, el dolor en ti y en el otro.

Las conversaciones de valor son en las que me encuentro con el otro en nuestros íntimos intereses, valores y visiones. Desde allí construir cómo podemos caminar juntos. Lo he visto miles de veces, en las personas con las que trabajo en su desarrollo de posibilidades.

A veces un simple cambio de actitud en una conversación, ya resulta mágico para ver cómo cambia el ambiente con la otra persona.

¿En qué creés tú? ¿Cuáles son esas utopías que te mantienen en marcha hacia tu objetivos? ¿Qué mundo vas construyendo en tu camino? ¿Qué legado vas dejando? ¿Cuáles son las herramientas clave en ese mundo que querés alcanzar?

En el inicio de este nuevo año parece ser u contexto ideal para pensarlo. ¡Te invito a reflexionar y que me cuentes!

¡Hasta la próxima!

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