Hacia un liderazgo inspirador
Provocar cambios reales en la cultura del equipo sólo lo puede hacer un verdadero líder; no un jefe. Por eso, muchos jefes lo ven como algo imposible y ajeno a ellos.
El líder inspira: genera movimiento en sentido positivo. Y, para hacerlo, infunde en el equipo la idea de que este puede más. Hay ambición. Cree que los desafíos se pueden lograr y acompaña al equipo a que lo haga.
Acá quiero hacer una aclaración. Cuando digo acompañar, no quiero decir hacer por ellos, sino que desarrollar las competencias del equipo para que haga de la mejor manera. Para que los colaboradores tengan más recursos y posibilidades de convertirse en mejores profesionales y personas.
Hay dos posturas contrarias a este enfoque de desarrollo:
- Por un lado, el jefe que dicta lo que hacer, da órdenes y pone foco principalmente en los resultados materiales.
- Por otro lado, el jefe que está permanentemente resolviendo por el equipo, que genera una co-dependencia, sin desarrollar las habilidades del equipo para que resuelva y autogestione.
El líder inspira cuando genera estímulos para el desarrollo de competencias dentro del equipo. En estos casos, las personas se ven a sí mismas en retos, pero al mismo tiempo acompañadas por su líder. Eso genera una gran motivación e impulsa el crecimiento.
Te comparto un caso real:
Un equipo está trabajando en un plan de mejora de su gestión, con un líder de proyecto. Cuando se anuncia un cambio en la jefatura del área a la que pertenecen, al equipo le desanima la idea de terminar el plan. Uno de sus integrantes esboza que el nuevo jefe de área seguro viene con nuevas ideas y tirará por la borda todo lo avanzado. ¿Para qué seguir con el plan? Enseguida esa idea prende con fuerza y es repetida por casi todos…
El líder del proyecto los escucha atentamente. Busca entender en qué se fundamenta esa idea, haciendo preguntas: las respuestas del equipo no muestran certezas, sino que suposiciones infundadas, desvelando una actitud claramente reactiva al cambio que se avecina.
El líder del proyecto resuelve mostrarles que esa idea que plantean es una posibilidad; sin embargo, los desafía a que piense qué es lo mejor para ellos: dejar el plan inconcluso y quedar a meced de las ideas nuevas del jefe, que no conoce el área tan bien como ellos; o terminar el plan y estar en mejores condiciones de planteárselo al nuevo jefe y negociar con él las mejoras con argumentos.
Enseguida el equipo cambia su posición y sigue avanzando en el plan. Así, un líder inspira. Construye cultura proactiva y positiva, no co-dependiente.
Extrapolemos un modelo del ejemplo anterior:
Frente a un problema que el equipo, o colaborador, te pida que soluciones, convierte el problema en un desafío para esa persona: ¿cómo lo harías tu? ¿Qué ideas se te ocurren que se podrían hacer? Cuando la persona responda, reconócele las ideas y reconoce la confianza que tienes en que lo puede resolver.
Si las repuestas son pocas, o las considerás pobres, seguí preguntando y desafiando, porque seguramente le pueda dar una vuelta a lo planteado.
¡Siempre ambiciona más para tu equipo!
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