Hemos desarrollado un modelo de liderazgo que llamamos “Liderazgo 4 E” para poder liderar en esta época; época que fue muy bien descripta por Baumen como un “mundo líquido”, por lo incierto y cambiante. Distinguimos en este modelo cuatro habilidades que entendemos que debe tener un líder para poder llevar adelante un equipo o una organización hoy en día: la capacidad de Evolucionar, Empatizar, Energizar, Ejecutar. En este artículo queremos hacer referencia a la Empatía.
Un mundo en movimiento e impredecible necesita un líder empático que sea capaz de captar los sentimientos y emociones de los ambientes en que se mueve y de los mercados a los que se dirige. Esa empatía le proporciona el combustible que necesita para:
- Su equipo, en la construcción de un propósito común donde sus integrantes se vean reflejados, ya que se necesita en medio de la incertidumbre un pilar que no cambie. También, para gestionar el ambiente emocional, porque los resultados no están asegurados, pero sí los valores que cada integrante ponga al servicio del equipo. Y para aprender a festejar los avances y afrontar los desafíos, que solo se logra desde la empatía.
- Hacer sinergia con otros equipos, procurando ambientes colaborativos. La empatía le permite al líder identificar las necesidades de unos y otros, unir intereses, fortalecer acuerdos, mejorar procesos, aspectos fundamentales en una organización que permiten moverse más rápidamente, ya que las oportunidades y desafíos no esperan.
- Clientes, entendiéndolo, comprendiendo sus cambios, siendo sensibles a las circunstancias que están viviendo momento a momento; leer sus señales, sus miedos, sus anhelos y capturar desde allí oportunidades. Generar experiencias del cliente memorables es básicamente entender y gestionar sus emociones.
- Otros grupos de interés con los que interactúa la organización. En un mundo en cambio, atender las necesidades de los grupos de interés permite prevenir conflictos y fortalecer alianzas.
“Se entiende, pero no es fácil”, esto es lo primero que me dicen los líderes en los procesos de mentoring o cuando participan en los talleres. Yo les respondo que si fuera fácil, no marcaría una diferencia… Justamente allí radica su valor esencial: el hecho de que es poco común verla en los líderes, al menos por ahora…
¿En qué radica la dificultad? Para mi es la forma en que fuimos educados; venimos equipados con los paradigmas de un siglo atrás para atender las necesidades del presente siglo. Paso a explicar este punto en este pequeño análisis:
No podemos hablar de empatía sin hablar de emociones, ya que la empatía se refiere a la capacidad de percibir lo que la otra persona siente: conectando con las expresiones verbales y no verbales, sus señales evidentes y las no tan evidentes, para ser capaz de entender al otro y de ponernos en su lugar.
Sin embargo, retomando los viejos paradigmas en los que fuimos educados, hemos crecido con una desconexión y desconocimiento de nuestras emociones. Y en la medida que mantengamos bloqueos emocionales con nosotros mismos y con nuestras propias emociones, difícilmente podremos realmente conectar con las emociones de los demás, es decir, desarrollar plenamente nuestra capacidad de empatía.
Aprendimos desde pequeños a reprimir, no expresar o evadir algunas emociones, sobre todo las que nos enseñaron a clasificar como “malas” o “perjudiciales”. La realidad es que cada emoción tiene su función y al querer acallar una, acallamos todas, incluso las socialmente clasificadas como “buenas” ya que no podemos ser selectivos en este sentido.
“No se llora”, “no podés tener miedo’’… Las emociones con las que no queremos conectar, lejos de desaparecer y cumplir con su función, se acumulan y normalmente explotan en forma de estrés y dolencias, por un lado, y de críticas y resentimiento, por otro. Esto, que resulta tan mundano, es parte también del mundo de la empresa, porque somos seres emocionales todo el tiempo, aunque tratemos de excluir esta dimensión en lo laboral. En definitiva, en la medida que se desarrollan bloqueos emocionales, se crea una incapacidad de desarrollar la empatía.
El líder debe ser capaz de liberarse de tres paradigmas obsoletos:
- El paradigma de que en la organización reina la razón y las emociones son mal vistas.
- El paradigma de que un líder empático es un líder débil, del cual los demás se pueden aprovechar.
- La idea de que el rol del líder está enfocado a gestionar procesos, productos, objetivos, etc. La gestión de las emociones no se tangibiliza como parte del rol ni se sabe cómo hacerlo.
Sin duda hay mucho para trabajar y aportar en este sentido; desde Coaching del Talento buscamos apoyar a lideres y equipos en esa transformación de su liderazgo.
¿Te gustaría emprender este viaje? Te acompañamos con sesiones de coaching individuales, grupales o a través de nuestra taller, Liderazgo 4E: la metamorfosis del liderazgo.